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IGLESIA VS. ESTADO: ¿UNA LUCHA INACABADA?

IGLESIA VS. ESTADO: ¿UNA LUCHA INACABADA? (1)

La enorme construcción de la iglesia cristiana difícilmente podrá derrumbarse como resultado de los embates y las luchas ideológicas propuestas desde las vertientes del liberalismo, socialismo y comunismo, caracterizadas en ciertos períodos de la historia por un radicalismo exacerbado, especialmente en los dos últimos siglos. Sin duda, el cristianismo es un fenómeno nuclear en la historia y cultura de occidente, pues si bien nació como una religión sus efectos se hacen presentes en el ámbito de lo social, lo político y lo moral y es hoy una de la las iglesias con mayor feligresía en el mundo (1.200 millones) . Lo que sí es cierto es que en la larga lucha entre la iglesia y el Estado, aquella ha sufrido una sustracción o extrañamiento de las funciones que son típicas del Estado o, en términos políticos, una marginación del poder; denominado este fenómeno laicización, conocida como la corriente que defiende, favorece o impone la existencia de una sociedad organizada ajena a las confesiones religiosas. 

La historia está impregnada de paradojas. Siendo una minoría carente de poder pero fortalecida por la fe, con el paso de los años ve trastrocar el sino negativo que vivió desde su fundación por el apóstol Pedro para convertirse en una iglesia fuerte, cobijada y protegida por el poder imperial de Constantino, quien otorgó legitimidad al cristianismo en el imperio romano por primera vez adoptándola como religión oficial en sustitución del paganismo de Roma, hecho este que fuera esencial para la expansión del cristianismo. Luego de la caída del imperio por la toma de los turcos, se inicia en el medioevo la disputa entre dos tendencias o teorías antagónicas: una que pugna por la absorción del Estado en la Iglesia (clericalismo) y la otra, la de la iglesia en el Estado (cesaro-papismo) teniendo como colofón de ésta disputa la captura del Estado a favor de la iglesia, fenómeno éste que logra su mayor exposición en la época de predominio de la escolástica con Santo Tomás a la cabeza, para quien el poder es de origen divino. Desde esta perspectiva de Santo Tomás, la sociedad política debe insertarse en ese orden de fines y admitir en ella el poder espiritual de la iglesia, adjudicado fundamentalmente al vicario de Cristo que es el Papa, junto con la administración confiada a los reyes para la satisfacción de lo terrenal y una sana organización social.  

A la par con la expansión de la escolástica y la difusión cristiana que se logra con la creación de las scholae, institución que es el germen de la universidad moderna, en Europa va surgiendo un movimiento cultural que hunde sus raíces en la baja edad media pero que va tomando forma gradualmente entre los siglos XV y XVI que plantea una nueva forma de ver al mundo y al ser humano, sustituyendo el teocentrismo medieval por cierto etnocentrismo, representado artísticamente este cambio de eje de la visión del mundo en la obra de Leonardo da Vinci ?Hombre de Vitruvio?: el renacimiento hace al hombre medida de todas las cosas. Los descubrimientos de Copernico, Kepler, Galileo y Gassendi y otros hicieron girar a la tierra; estos descubrimientos ?según Hermann Heller- vinieron a sustituir la visión trascendente del mundo por la visión inmanente, es decir, vinieron a sustituir el ?supranaturalismo deísta? por ?un sistema natural?. También, fueron detonantes de este cambio dos fenómenos que impactarán en el desmembramiento del cristianismo: la reforma protestante y la invención de la imprenta. 

Pero fue Descartes quien apuntó las bases de toda realidad cuando enunció su ?cogito ergo sum? para rebelarse de una vez por todas contra toda negación de su personalidad por parte de los poderes existentes. Esto implicaba una autonomía de la razón que a la postre irá desatando y destruyendo los mitos defendidos por la teología, admitiendo un deísmo en el que Dios seguía siendo el creador, aunque no gobernador de la máquina que el construyó, pues éste obedecía en su funcionamiento a leyes propias. Y Descartes no sólo aplicó su método al mundo de los cuerpos sino que también construyó para el mundo del Espíritu un método análogo de conceptos de por si evidentes y de claras deducciones, cuando se pregunta: ¿no habrá también de existir en la sociedad humana un ordre natural? que sin influencias externas o supraterrenales realizara la armonía social?     

IGLESIA VS. ESTADO: ¿UNA LUCHA INACABADA? (2)

La secularización del pensamiento habría de impactar ineluctablemente al Estado y a la Sociedad. Merced al credo fundado en la razón humana nuevos conceptos jurídicos se abrirían paso para la comprensión de estos dos fenómenos originados gracias a la obra del individuo. Este cuerpo doctrinario es lo que se conoce como el Derecho Natural, que encontró en el holandés Hugo Grocio uno de sus expositores más importantes que permitió su expansión y su reconocimiento en Occidente, en un intento en gran escala de construir un mundo jurídico y moral autónomo derivado de la naturaleza humana. El Derecho Natural significaba una crítica de las sanciones tradicionales y religiosas de la autoridad política, fundada en un criterio racional, que se creía deducir de la razón humana. 

La racionalización de la cultura feudal-eclesiástica llevó al Derecho Natural a negar la legitimidad fundada en la Iglesia. El Estado se separa del gobierno de la Iglesia y conquista, en su lucha con el Papado, su completa independencia secular, apoyado tanto por la Reforma como por la Contra-reforma. 

La proclamación de estas ideas que daban aliento para la exposición de una religión, de una moral, de una ciencia y una política autónomas asestaría el golpe definitivo a la pretensión legitimista de la dominación de la nobleza y de la iglesia. Ya la burguesía en su ansia de libertad no tendría las rémoras de esas autoridades que bajo el apremio de las sanciones eclesiásticas cohibían su natural expresión y crecimiento como resultado de las nuevas condiciones de trabajo, rutas comerciales, la fluctuación de la moneda y el ensanchamiento de las grandes sociedades mercantiles. La burguesía como sujeto histórico y clase social cumpliría un papel esencial en la historia subsiguiente, primero en la formación y consolidación del Estado moderno y, posteriormente, en la emancipación política y liberación de las ligaduras del Estado absoluto. 

Es difícil fijar una fecha exacta del nacimiento del Estado, pero entendido como ordenamiento político de una comunidad nace de la disolución de una sociedad gentilicia basada en las relaciones familiares y de la formación de comunidades más amplias derivadas de la unión de muchos grupos familiares por razones de sobrevivencia interna y externa. El nacimiento del Estado señala el paso de la barbarie a la civilización, es decir, representa el paso de la época primitiva, dividida en salvaje y bárbara, a la época civil, donde ?según Adam Ferguson- ?civil? significa al mismo tiempo ?ciudadano? y ?civilizado?. Engels estriba su origen en razones puramente económicas a diferencia de la anterior corriente aupada por Morgan, afincando el origen de la ?sociedad civil? en el acontecimiento en que según Rousseau alguien dijo: ?esto es mío?; lo cual produjo el momento del nacimiento de la institución de la propiedad privada. El recorrido es el siguiente: ?Con el nacimiento de la propiedad privada nace la división del trabajo, con la división del trabajo la sociedad se divide en clases, en la clase de los propietarios y en la clase de los desposeídos, con la división de clases nace el poder político, el Estado cuya función esencialmente es la de mantener el dominio de una clase sobre otra incluso recurriendo a la fuerza y por tanto de impedir que la sociedad dividida en clases se transforme en un estado de anarquía permanente?. 

Entre los siglos XV y XVI nació el Estado Moderno, dirigido y alentado por las monarquías autoritarias que terminaron con la fragmentación del feudalismo en el que cada señor gobernaba en su territorio; en palabras del profesor Norberto Bobbio el proceso de ?unificación de los poderes difusos y de diversas formas en conflicto entre ellos?, logrado a través de las dos ?summae poetestates? tendencialmente universales de la iglesia y el imperio.  

Con el Tratado de Westfalia al final de la guerra de los 30 años (1648), concluye -según una corriente importante de historiadores- el antiguo orden feudal y se abre el camino a organizaciones territoriales y poblaciones definidas en torno a un gobierno (Estados Nacionales) que registra sus límites espaciales, lo cual no era otra cosa que el establecimiento del principio de la integridad territorial, fundamento esencial del concepto de soberanía nacional: es decir la manifestación del poder externo e interno del Estado, esencial para su existencia. 


IGLESIA VS. ESTADO: ¿UNA LUCHA INACABADA? (3)

La secularización del pensamiento habría de impactar ineluctablemente al Estado y a la Sociedad. Merced al credo fundado en la razón humana nuevos conceptos jurídicos se abrirían paso para la comprensión de estos dos fenómenos originados gracias a la obra del individuo. Este cuerpo doctrinario es lo que se conoce como el Derecho Natural, que encontró en el holandés Hugo Grocio uno de sus expositores más importantes que permitió su expansión y su reconocimiento en Occidente, en un intento en gran escala de construir un mundo jurídico y moral autónomo derivado de la naturaleza humana. El Derecho Natural significaba una crítica de las sanciones tradicionales y religiosas de la autoridad política, fundada en un criterio racional, que se creía deducir de la razón humana. 

La racionalización de la cultura feudal-eclesiástica llevó al Derecho Natural a negar la legitimidad fundada en la Iglesia. El Estado se separa del gobierno de la Iglesia y conquista, en su lucha con el Papado, su completa independencia secular, apoyado tanto por la Reforma como por la Contra-reforma. 

La proclamación de estas ideas que daban aliento para la exposición de una religión, de una moral, de una ciencia y una política autónomas asestaría el golpe definitivo a la pretensión legitimista de la dominación de la nobleza y de la iglesia. Ya la burguesía en su ansia de libertad no tendría las rémoras de esas autoridades que bajo el apremio de las sanciones eclesiásticas cohibían su natural expresión y crecimiento como resultado de las nuevas condiciones de trabajo, rutas comerciales, la fluctuación de la moneda y el ensanchamiento de las grandes sociedades mercantiles. La burguesía como sujeto histórico y clase social cumpliría un papel esencial en la historia subsiguiente, primero en la formación y consolidación del Estado moderno y, posteriormente, en la emancipación política y liberación de las ligaduras del Estado absoluto. 

Es difícil fijar una fecha exacta del nacimiento del Estado, pero entendido como ordenamiento político de una comunidad nace de la disolución de una sociedad gentilicia basada en las relaciones familiares y de la formación de comunidades más amplias derivadas de la unión de muchos grupos familiares por razones de sobrevivencia interna y externa. El nacimiento del Estado señala el paso de la barbarie a la civilización, es decir, representa el paso de la época primitiva, dividida en salvaje y bárbara, a la época civil, donde ?según Adam Ferguson- ?civil? significa al mismo tiempo ?ciudadano? y ?civilizado?. Engels estriba su origen en razones puramente económicas a diferencia de la anterior corriente aupada por Morgan, afincando el origen de la ?sociedad civil? en el acontecimiento en que según Rousseau alguien dijo: ?esto es mío?; lo cual produjo el momento del nacimiento de la institución de la propiedad privada. El recorrido es el siguiente: ?Con el nacimiento de la propiedad privada nace la división del trabajo, con la división del trabajo la sociedad se divide en clases, en la clase de los propietarios y en la clase de los desposeídos, con la división de clases nace el poder político, el Estado cuya función esencialmente es la de mantener el dominio de una clase sobre otra incluso recurriendo a la fuerza y por tanto de impedir que la sociedad dividida en clases se transforme en un estado de anarquía permanente?. 

Entre los siglos XV y XVI nació el Estado Moderno, dirigido y alentado por las monarquías autoritarias que terminaron con la fragmentación del feudalismo en el que cada señor gobernaba en su territorio; en palabras del profesor Norberto Bobbio el proceso de ?unificación de los poderes difusos y de diversas formas en conflicto entre ellos?, logrado a través de las dos ?summae poetestates? tendencialmente universales de la iglesia y el imperio.  

Con el Tratado de Westfalia al final de la guerra de los 30 años (1648), concluye -según una corriente importante de historiadores- el antiguo orden feudal y se abre el camino a organizaciones territoriales y poblaciones definidas en torno a un gobierno (Estados Nacionales) que registra sus límites espaciales, lo cual no era otra cosa que el establecimiento del principio de la integridad territorial, fundamento esencial del concepto de soberanía nacional: es decir la manifestación del poder externo e interno del Estado, esencial para su existencia. 

IGLESIA VS. ESTADO: ¿UNA LUCHA INACABADA? (4)

No faltó una especie de justificación del absolutismo por parte de algún pequeño grupo de personas cultas que valiéndose de las teorías del derecho natural expuestas por Pufendorf apoyados a su vez en Tomás Hobbes y Jean Bodín, conociéndose esta tendencia como el absolutismo ilustrado, fielmente representado en la figura de Federico el Grande. ¿Cómo se podía conciliar o armonizar el derecho natural con la doctrina de la Gracia de Dios sin caer en tan ondas contradicciones entre las ideas racionales y las creencias religiosas? Pues bien, los teóricos absolutistas del Derecho Natural planteaban que los hombres ya ligados en sociedad por el contrato social celebrasen un segundo contrato de subyección, por el cual se sometían racionalmente al monarca, cediendo a éste todos los derechos que necesitaba para el cumplimiento de los fines del Estado. Por cierto, este título de validación del absolutismo sólo tuvo una pequeña acogida (especialmente en algunos reinos del modernamente conocido Estado Alemán), pues el apoyo más efectivo y real con el cual contaba el soberano lo configuraban el cuerpo feudal de oficiales, la naciente burocracia, la fuerza de la tradición y la autoridad de la iglesia. La vuelta a la instauración del Dios antiguo vehementemente defendida por el movimiento de la Contra Reforma pugnaba con toda la historia del espíritu desde el Renacimiento y la Reforma, significando una forma de regreso a la Edad Media. Tal situación la expone con magistral síntesis H. Heller: ?Pues un Copérnico o un Galileo eran tan inconciliables con una justificación deísta de la realidad como un Hobbes, un Spinoza o un Rousseau. Todos ellos habían puesto en el lugar del Dios personal a la Naturaleza o a la Razón Humana.?  

La limitación del poder absoluto del rey y la tradición parlamentaria hunde sus raíces en la Inglaterra del siglo XII, cuando Juan sin Tierra se vio obligado a conceder la Carta Magna (1215) y organizar el parlamento bicameral (1265). Este acontecimiento político constituye un eslabón importante dentro de una serie de sucesos -unos más cruentos que otros- que a la postre transformarían radicalmente al hombre, la sociedad y el Estado, transformación que vendría a echar por tierra el llamado Antiguo Régimen para dar paso al llamado Nuevo Régimen, dos mundos radicalmente distintos y opuestos.  

Inglaterra es el terreno apropiado para un acontecimiento que asestaría un golpe profundo al Antiguo Régimen, especialmente a partir de la segunda mitad del siglo XVII, fecha en la cual tuvo desarrollo la primera revolución importante del Mundo Moderno. Otro acontecimiento de primerísima importancia en la subversión de los valores políticos, sociales y culturales es la Revolución Francesa (1789) que tiene el privilegio de haber destruido definitivamente las bases de la monarquía absoluta con el advenimiento y la propagación de las ideas liberales que vinieron a cimentar el Estado moderno; pero sin duda alguna, es a los ingleses a quienes corresponde con justicia el haber preparado un escenario propicio en el campo de las ideas y de las acciones concretas: En primer lugar con el surgimiento del parlamento, institución de carácter medieval ?cámara de representación de la nobleza y el clero, pero también de los burgueses- que vino a convertirse en parte esencial de la vida política inglesa en cuanto a poner frenos y límites al monarca. Una institución como el parlamento debía contar a su vez con instrumentos jurídicos y políticos que aseguraran su autoridad, representatividad y legitimidad dentro del nuevo concepto de soberanía del Estado, de ahí que al fragor de las contiendas contra los poderes y privilegios de la nobleza fueron surgiendo instrumentos que positivizaron reglas fundamentales de convivencia y de respeto a los derechos humanos: La Carta Magna (1215), la Petición de Derechos (1628), el Acta de ?Habeas Corpus? (1679) y el ?Bill of Rights? (1688).  


Gonzalo Gonzalez Galvis

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